martes, 1 de noviembre de 2011

Gente de limosnas

No escribiré con el objetivo de provocar sentimientos que puedan menoscabar, ni tampoco tener una forma de denigrar a alguien, solo es una manera mía de ver y percibir las cosas que están en el mundo…

Siempre vi mi vida vulnerable y en vez de crecer y ser exitoso siempre he tenido un pensamiento básico al tal punto de imaginarme solamente viviendo el día y no poseer nada material, haciendo grandes esfuerzos para sobrevivir, viéndome como vagabundo o muy pobre y además con una enfermedad física o mental, esa posibilidad siempre existirá, es parte del mundo, lo que me lleva siempre a la conclusión de que hoy en día tener un trabajo y tener algo de dinero puede ser gratificante pero la idea, es ponerme en el puesto de aquellos y pensar que necesitan a la hora de pedir una limosna.


En las noticias siempre hay relatos de la gente que pide en las calles, que ganan mucho dinero pidiendo, algunos se pasan por lisiados y hay personas que llevan a sus adultos mayores a ganar dinero, en ocasiones pueden ganar de 7 mil a 20 mil pesos diarios, “el prejuicio social es muy critico y reniega a la posibilidad de entregar alguna moneda en ciertas ocasiones”.

Cuando tenia como 19 años, me di cuenta y aprendí que siempre que alguien pedía dinero era por que lo necesitaba y nunca racionaba si debía o no entregarle, si no que solo la entregaba, al fin, es un criterio que uno usa al igual que ayudar en la teleton o en alguna campaña solidaria, incluso con los pesos que se aportan en el supermercado para alguna institución x con un fin x.



Hay alguna objeción sobre este actuar? Quizás el querer limpiar el alma o mantener un valor bueno que te haga aparentar bueno y solidario. En mi caso y siendo sincero es que siempre que ayudo a alguien, luego eso se multiplica en cantidad, lo he probado y así es. Esa es mi experiencia.

Siempre soy conciente con este tema y veo el sacrificio, algunos soportan el frió y el calor y las incomodidades de estar todo el día en un lugar. El otro día salí a comprar algunas cosas en Falabella, eran como las 9 de la mañana, a la hora de apertura y había una señora vendiendo parche curitas, la opinión que tuve de ella fue que debía hacer algo de dinero para llevarlo a su casa y comer con su familia, el esfuerzo en tratar de vender y poder llevar algo de dinero un día domingo donde no anda casi nada de gente y las ganancias no son muchas. Así hay muchos casos iguales en el centro, en el mercado siempre hay gente tratando de vender algo. El esfuerzo es enorme al saber que no todos compran y muchos desprecian estas actitudes por prejuicios egoístas.



Uno siempre es vulnerable a la pobreza, las crisis y las desgracias, en este punto no puedo orientar a que la gente sea conciente al entregar verdadera ayuda a alguien desconocido, solo puedo entregar mi opinión y la forma que puedo ver este tema.

Marco Briceño

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©Marco Briceño A

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