lunes, 30 de abril de 2012

"AL PARIR LA CHANCHA": UN CLÁSICO DE LOS JUEGOS INFANTILES



Imagen base en: flickr.com/photos/jaguarsur/2139336735
Es curioso el nombre de este pasatiempo de los niños de antaño. Tan sugerente denominación podría hacer suponer que se trata de un juego proveniente, en lo fundamental, desde los campos y las zonas rurales chilenas, más familiarizadas con la ganadería, pues veremos que la comparación con el parto de un cerdo no es antojadiza: las madres porcinas dan a luz de manera agitada, tumbadas en el suelo y sacudiéndose de modo bastante violento mientras sale una cadena de varios cerditos por alumbramiento.
"Al parir la chancha" o "Hacer parir la chancha" partía con un grupo de niños sentados sobre un tronco, banca o borde de la acera. Otros colocaban varios bancos del colegio, ordenados en fila. Generalmente de manera improvisada, uno del grupo gritaba "¡Parió la chancha!" y todos comenzaban a empujar hacia el lado opuesto. Como lo comenta Verónica Herrera Vélez en "Juegos del folklore chileno para pre-escolares", la idea era que cayeran desde el borde los que estaban en los extremos, desalojándolos para darle espacio a un nuevo jugador, algo más o menos parecido a la situación que se da en la "silla musical", cuando se detiene la canción. Por esto, el proceso podía ser sumamente físico y rara vez practicado por niñas.
Oreste Plath comenta en su "Aproximación histórico-folklórica de los juegos en Chile", que "Parir la chancha" es una de las entretenciones más viejas de los niños de la sociedad criolla. Si su antigüedad es tanta, entonces bien puede haber aparecido en las ciudades en los tiempos en que estos detalles de la vida ganadera no eran tan ajenos a la sociedad semi-rural y primitiva de Santiago, por allá por los años de la colonia.


Los colegios y las plazas eran los lugares favoritos para jugarlo. Las bancas de parques antiguos debieron soportar varios de estos partos porcinos. Plath comenta que el detonante principal del juego era cuando algún compañero aparecía o llegaba en el recreo y no había más espacio para que se sentara, por lo que todos empezaban a empujarse, defendiendo cada uno su estrecho espacio, al mismo tiempo que intentaban hacerle un hueco al recién llegado. Parece ser que, hará unos veinte años o más, también se lo incluyó como parte del libreto de etapas del torturador juego de "Al pegar, pegar", aunque no llegó a ser tan popular como otras pruebas del mismo deporte.
Además de los forcejeos y sacudidas de la madre cerda, que hemos comentado como relacionados con el particular nombre del juego, está la comparación de ir "naciendo" cada vez que uno nuevo ocupa un espacio luego de caer el otro entre los empujones, como si fueran una hilera de cerditos dados a la luz. Recuérdese lo prolíficas que son las cerdas, pariendo varios lechones por camada.

En la Argentina es conocida su práctica y se le llamó también como "Gata parida", con esa misma alusión al alumbramiento, como lo confirma Félix Coluccio en su "Diccionario Folklórico Argentino". En Venezuela se jugaba de manera muy parecida, pero siendo denominado "Echar poja". Parece ser que, aquí en Chile, entonces, el juego de la "Gata parida" fue adaptado a la posición sentada, adoptando el nombre del "Parir la chancha" y pasando a ser uno de los entretenimientos infantiles típicos de los chilenos, no obstante que esta sencilla modalidad del mismo, con los niños en una banca, también se encontrará más o menos dispersa por casi América.

De alguna manera, además, el juego simboliza muchos aspectos de la vida adulta, alegorizando la competencia, la pelea por los puestos, trabajos y escaños. No pocos han comentado esta posibilidad de comparación o han usado el nombre del juego para simbolizar algunas situaciones análogas de la vida profesional y de la política, por ejemplo.
La tradición de "Al parir la chancha" se ha perdido notoriamente en la ciudad de Santiago, en el último par de décadas. Sin embargo, aún se juega en provincias y áreas rurales del país, allí donde la euforia de la Play Station aún no monopoliza toda la entretención infantil.


Criss Salazar
Urbatorivm  




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©Marco Briceño A

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