Hace tiempo que no recordaba una de las etapas de mi juventud, fue hace 4 años cuando pasaba por una época de incertidumbre en plena juventud, el futuro se me veía muy difícil, quería estudiar y poder surgir , busque trabajo por muchos lugares sin tener buenos resultados, ya me estaba desilusionado hasta que encontré un aviso para trabajar de cartero , así que agarre la bici que tenía y me fui a postular, no fue nadie a ver el trabajo así que me lo dieron a mi, así que al otro día agarre un bolso piñufla que tenía, eché las cartas adentro, me puse short, chalas y Salí a trabajar, al principio no tenía idea de la pega, el primer día no di bote, me pasaba dando vueltas en la bici, me salían persiguiendo los perros, se me perdían las cartas, se me pinchaba la rueda, muchas cosas pasaron la primera semana, después fue más fácil, le compre un canastillo a la bici, le puse guincha negra a las manillas y le pegue una botella para llevar agua, así que después fue entretenido andar en bici trabajando y al aire libre, conociendo gente, porque ser cartero conlleva muchas cosas, se conoce las rutinas de muchas familias, uno sabe a qué hora esta tal o cual persona, las calles donde hay perros bravos, en que casas dan propinas y uno se afana más en que le reciban las cartas por mano,(es un hecho que en el campo dan mejores propinas) además uno sabe dónde vive el viejito malas pulgas y lo más importante era saber donde vivían las niñas bonitas de la población, hay uno se toma el tiempo para buscar las cartas, preguntarle donde vive alguna persona que yo mismo inventaba, así que hay estaba un buen rato, además, en algunos negocios me regalaban chocolates, que mejor trabajo!, así estuve por 6 meses, luego encontré trabajo en un supermercado.
Ahora, después de mucho tiempo que deje ese trabajo aún recuerdo esa etapa donde mi bici me dio para estudiar y para vivir por un tiempo y para conseguir experiencia sobre dos ruedas.
Marco Briceño
Ciclista escritor