rodea la producción de esos pliegos impresos en papel ordinario, en el que se leen décimas, brindis,contrapuntos y hasta cuecas, puede ayudarnos a entender e interpretar no sólo parte de nuestra literatura oral, sino también un buen tramo de nuestra historia.
Este tipo de literatura sufre un proceso bastante complejo: ha recorrido los siglos oralmente, la producen distintos tipos de autores, se trasmite recitada, cantada o leída. Comúnmente es publicada en pliegos los que adquieren personas que los leen para sí mismos o para otros que no leen y que a fuerza de repetición los memorizan, con lo que vuelve a la categoría de expresión oral.
Se trata de una forma de literatura destinada al gran público, presentadas en hojas de bajo precio y de lectura rápida, ilustradas con grabados para facilitar la comprensión del texto.
En Chile la recolección y el estudio de nuestros pliegos los inicio el filólogo y lingüista alemán Rodolfo Lenz, quien llegó al país en 1890 y cuatro años más tarde publicó un excelente trabajo sobre nuestra poesía de “arte mayor” que fue cultivada por la sociedad cortesana de la España del siglo XVI y que evidentemente llegó a estas tierras con los conquistadores.
Se sabe que las primeras hojas que circularon en Chile eran apaisadas y que medían aproximadamente 26 x 35 centímetros y que posteriormente crecieron hasta alcanzar los 54 x 38 centímetros que es tamaño de la mayoría de las que se reunieron y que se conservan.
En cada pliego se imprimían entre cinco y ocho poesías o “ versos” como llaman también los poetas a la composición completa. Cada hoja esta encabezada por ilustraciones variadas: clichés, estampas de devocionarios o almanaques, paisajes, buques de guerra, personajes célebres, flores, monogramas, etc.
Pero los pliegos más interesantes, a nuestro juicio, son los ilustrados por los “increíblemente toscos” grabados en madera, como los llama Lenz, y que representan, casi siempre sucesos extraordinarios, trágicos o violentos como crímenes y fusilamientos. “El poeta Adolfo Reyes hacía grabado en madera de raulì para ilustrar sus versos, y vendía ilustraciones a sus colegas”
Bajo los grabados y casi al centro del pliego, los poetas ponían un largo y sensacional título o enunciado en letras muy grandes que referían el contenido de algunas poesías incluidas en las hojas.
La forma poética usada en la Lira Popular, y que hasta hoy día cultivan los poetas populares, fue la décima, conocida como “espinela” por el poeta español Vicente Espinel (1550-1642) quien le dio forma, aun cuando la décima octosílaba ya se venía practicando desde mucho antes. Consiste en una cuarteta a la que siguen cuatro décimas que deben terminar con el verso correspondiente de esa cuarteta y en mismo orden. Nuestros poetas agregaron una quinta décima o estrofa de despedida en la que se remata el contenido. Don diego Muñoz, estudioso e impulsor del cultivo de esta poesía, calificaba de prodigiosa la invención de Espinel “porque su estructura permite memorizar fácilmente, lo que significa que facilita la composición misma, o sea que es un instrumento, una herramienta como hecha a propósito para un poeta analfabeto”.
Esta poesía ha acompañado toda nuestra evolución social: en un comienzo fue cortesana, académica y reservada a las celebraciones oficiales de la colonia; después es adoptada por los poetas del pueblo, que la cultivan en las fiestas campesinas, novenas o velorios.
La venta de la Lira Popular la hacían los “verseros” en lugares públicos como el Mercado Central. En plazas, ferias y estaciones de trenes. Resulta difícil fijar los límites de la expansión de estos impresos. Sí sabemos que gozaron de gran aceptación en el pueblo, que corrían de mano en mano y de boca en boca: era el destino de la literatura de popular. La denominación de “literatura de cordel” también es herencia europea y viene del hecho de que los vendedores ofrecían los pliegos colgados de una cuerda por los extremos a un poste o un árbol
En cuanto al título Lira Popular, es el nombre que le dio el poeta Juan Bautista Peralta , parodiando el de Lira Chilena que era el nombre de una revista destinada a difundir a poesía “culta”.
De manera que en el país se cuenta con tres excelentes y valiosísimas colecciones de estos impresos que suman unos mil quinientos pliegos y que contiene contundentes testimonios en verso del pensamiento popular de la segunda mitad del siglo XIX hasta comienzos XX, período de grandes e importantes cambios sociales y políticos: Son por lo tanto, una valiosa fuente para estudios literarios, históricos, sociológicos, religiosos, y de arte y gráfica.
Es necesario destacar que la mayoría de los grabados ilustran temas trágicos como asaltos, crímenes o fusilamientos. En menor cantidad encontramos los hechos maravillosos o sobrenaturales como el que ilustra el pliego titulado “La horrible serpiente encontrada en los bosques de Guayaquil” o “El nacimiento del niño con tres cabezas en el Romeral” o “El fantasma que apareció en el Cerro Santa Lucía”. Otros ilustran temas religiosos como “Versos a lo divino. Pasión y muerte de nuestro divino Redentor”o uno que muestra al Diablo con una cruz en la mano intentando entrar al Cielo, y otro muy bello de la visita de los Reyes Magos al Niño Jesús en el pesebre.