RESEÑA:
Barthes define Fotografía como una nueva forma de alucinación, falsa a nivel de la percepción, pero verdadera a nivel del tiempo. Y en cuanto a la imagen fotográfica, considera que la fotografía sólo adquiere su valor pleno con la desaparición irreversible del referente, con la muerte del sujeto fotografiado, con el paso del tiempo… También dice que la mirada fotográfica es paradójica: (…) Tenía la certeza de que me miraba, sin que estuviese seguro de que me viese: distorsión inconcebible: ¿cómo mirar sin ver? La fotografía separa la atención de la percepción, sólo muestra la primera, aunque es imposible sin la segunda. (…) Él no mira nada: retiene hacia adentro su amor y su miedo: la Mirada es esto, es un efecto de verdad y de locura.
Este libro no es un tratado sobre la fotografía como arte, ni mucho menos una historia sobre el tema. Como en muchos de sus trabajos, Barthes rehuye los senderos más trillados y se lanza a una especie de desciframiento del signo expresivo, del objeto artístico, de la “obra” entendida como mecanismo productor del sentido. En este caso toma como punto de partida unas cuantas fotografías, con el fin de descubrir “una ciencia nueva para cada objeto” y, a partir de ahí, deducir “el universal sin el cual no existiría la fotografía”, esa “alucinación” que provoca falsedad en el nivel de la percepción y verdad en el nivel del tiempo. El final de esta excursión al otro lado del espejo no sólo proporciona un conocimiento más profundo (e inesperado) del objeto estudiado, sino que también desvela los mecanismos de la escritura ensayística enfrentada a otra escritura, la de la imagen fija.
Este es el último libro que publica en vida, justamente calificado como “una novela sobre la imagen tan amada de la madre”, es La cámara lúcida (1980)
No hay comentarios:
Publicar un comentario