“Eres demasiado exigente y hambriento, el mundo te rechaza, tienes para él una dimensión de más”.
–Hermann Hesse, “Lobo estepario”
Hesse, con personalidad de lobo,
huraño, solitario, agresivo, desarraigado, escribe desde
una profundidad que va del humano al animal. En el “Lobo
estepario”, animal poderoso y cautivador, tan territorial y dominante como
hogareño, maestro del camuflaje, Hesse encontró un recurso para hablar de la
condición humana. El lobo es un animal solitario mediante el que se nos muestra la
encrucijada que habita en nuestro interior: animal y humano, instinto y razón,
que atraviesan nuestro ser. Somos dominados por uno u otro según la ocasión.
La condición humana que retrata Hesse
en el lobo estepario es la de una profunda crisis espiritual. Hemos dejado de
creer en nuestra civilización, las instituciones, reglas y juicios modernos
amenazan con destruirnos. Nuestro lobo interno nace, resurge de ese sentimiento
de aislamiento defensivo, de esa indigencia de nuestro espíritu, de ese
sentimiento de estar perdidos en nuestro propio mundo. Aborda al espíritu por
la necesidad de recuperar nuestra humanidad perdida, adolorida, solitaria,
desesperanzada, en búsqueda de “aprender a bailar, para aprender a reír, para
aprender a vivir”.
Ahondar en los estados de nuestra
animalidad, de los efectos deshumanizadores de una sociedad que propicia el
aislamiento. Hesse propicia un viaje a lo más profundo de nuestra animalidad y
nuestro instinto, que nos devuelve nuestro lado más humano. Estas frases
animales permiten mirar dentro de nosotros para sacar nuestro lado salvaje, que
no es necesariamente el peor ni el más primitivo, sino el instinto que nos
puede sacar a flote.
Vayamos a explorar
los rincones más oscuros de nuestra propia animalidad y descubramos cómo es ese
lobo que cargamos todos dentro. Quizá Hesse nos dé respuestas a nuestras
interrogantes y tal vez, nos llevemos una sorpresa al mirar dentro de nosotros
mismos.
¿Estamos completos sin nuestro instinto
interno?
“Sin el animal que habita dentro de
nosotros, somos ángeles castrados”.
¿Somos hombres, animales o ambos?
“Bidivisión en lobo y hombre, en
instinto y espíritu, (…) es una simplificación muy grosera, una violencia
ejercida sobre la realidad en beneficio de una explicación plausible, pero
equivocada”.
Nuestro lobo interno ¿está siempre está
al acecho?
“A nuestro lobo estepario ocurría, como
a todos los seres mixtos, que, en cuanto a su sentimiento, vivía naturalmente
unas veces como lobo, otras como hombre; pero que cuando era lobo, el hombre en
su interior estaba siempre en acecho, observando, enjuiciando y criticando, y
en las épocas en que era hombre, hacía el lobo otro tanto”.
¿Qué tan animal es nuestro deseo
sexual?
“Vemos cómo siente dentro de sí fuertes
estímulos, tanto hacia la santidad como hacia el libertinaje, pero a causa de
alguna debilitación o pereza no pudo dar el salto en el insondable espacio
vacío”.
¿Qué tanto nuestro lobo nos aisla de
otros y de vida?
“El lobo estepario estaba, según su
propia apreciación, completamente fuera del mundo burgués, ya que no conocía ni
vida familiar ni ambiciones sociales. Se sentía en absoluto como individualidad
aislada, ya como ser extraño y enfermizo anacoreta, ya como hipernormal, como un
individuo de disposiciones geniales y elevado sobre las pequeñas normas de la
vida corriente”.
¿Será nuestra vida moderna una absurda
ficción para nuestro ser animal?
“Trotar solitario por las estepas,
beber a ratos sangre o cazar una loba, y desde el punto de vista del lobo toda
acción humana tenía entonces que resultar horriblemente cómica y absurda,
estúpida y vana”.
¿Qué tan opuesta es nuestra razón de
nuestro instinto?
“De pronto el fiero y perverso lobo
fuera además un hombre, tuviera dentro de sí afanes de bondad y de dulzura y
quisiera además escuchar a Mozart, leer versos y tener ideales de humanidad”.
¿Por qué nuestro lobo nos hace a veces
tan solitarios y desgraciados?
“Era muy desgraciado, eso no puede
negarse, y también podía hacer desgraciados a otros, especialmente si los amaba
y ellos a él. Pues todos los que le tomaban cariño, no veían nunca en él más
que uno de los dos lados”.
¿Será nuestra independencia una condena
o una deleitante soledad?
“Soledad era independencia, yo me la
había deseado y la había conseguido al cabo de largos años. Era fría, es
cierto, pero también era tranquila, maravillosamente tranquila y grande, como
el tranquilo espacio frío en el que se mueven las estrellas”.
¿Cómo es que ese lobo interno es
fiereza y debilidad, fuerza y tristeza al mismo tiempo?
“Al lobo
estepario, un lobo hermoso y farruco, pero con una mirada descarriada y
temerosa, con los ojos brillantes, a ratos fiero y a ratos triste, (…) Triste,
triste me miraba el lobo deshecho, a medio conformar, con sus tímidos
ojos hermosos”.